La Terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR) ha ganado popularidad en las últimas décadas, especialmente para el tratamiento del trastorno de estrés postraumático (TEPT) y otros trastornos psicológicos relacionados con traumas. Aunque muchos profesionales y pacientes afirman que el EMDR es altamente eficaz, como con cualquier terapia, también existen riesgos y preocupaciones que deben ser considerados. Estos peligros, aunque no afecten a todos los pacientes, pueden tener consecuencias serias para algunos individuos si no se abordan adecuadamente. Es esencial que tanto los pacientes como los terapeutas sean conscientes de estos posibles peligros y actúen con precaución.
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Reexperimentación de traumas
Uno de los principales riesgos del EMDR es la revivificación del trauma. Durante las sesiones, los pacientes son guiados a recordar experiencias traumáticas pasadas mientras siguen con los ojos los movimientos de los dedos del terapeuta o algún otro estímulo visual. Aunque este proceso tiene como objetivo desensibilizar los recuerdos traumáticos, también puede hacer que los pacientes revivan esos momentos de manera intensa.
Algunos pacientes pueden experimentar una retraumatización al revivir sensaciones físicas, emocionales o psicológicas de su trauma, lo que puede generar una gran angustia. En los casos más severos, esto puede llevar a un incremento temporal de los síntomas del TEPT, tales como flashbacks, ansiedad o pesadillas recurrentes. Si el terapeuta no está capacitado para manejar estas respuestas o no ofrece el apoyo adecuado, el paciente puede quedar sumido en un estado de vulnerabilidad emocional.
Exacerbación de síntomas
El EMDR puede ser una herramienta eficaz, pero en algunos casos puede llevar a una exacerbación de los síntomas psicológicos existentes. Pacientes con trastornos como la depresión, la ansiedad generalizada o trastornos disociativos pueden ver cómo sus síntomas empeoran temporalmente. Aunque esto puede ser parte del proceso terapéutico, no todos los pacientes están preparados para manejar el incremento en la intensidad emocional que puede acompañar a las sesiones de EMDR.
Es fundamental que los pacientes tengan una red de apoyo adecuada y que estén mentalmente estables antes de iniciar la terapia, ya que la apertura de antiguos traumas puede ser abrumadora. Si un paciente no está listo para enfrentar estas emociones, el EMDR podría causar más daño que beneficio, generando incluso crisis psicológicas en algunos casos.
Mal manejo de las emociones disociativas
Las personas que han experimentado traumas severos suelen desarrollar mecanismos de defensa disociativos como una forma de protegerse del dolor emocional. En este contexto, la disociación es una desconexión entre los pensamientos, las emociones, las acciones y la conciencia. Aunque el EMDR está diseñado para ayudar a los pacientes a procesar el trauma, también puede desencadenar episodios disociativos intensos.
El mal manejo de estos episodios puede agravar la situación del paciente, provocando confusión mental, pérdida de memoria o despersonalización, donde los individuos sienten que están fuera de su propio cuerpo o desconectados de la realidad. En algunos casos, los pacientes pueden no recordar detalles importantes de las sesiones, lo que dificulta el progreso terapéutico. Los terapeutas necesitan estar entrenados para identificar y manejar estas situaciones para minimizar los riesgos.
Ineficacia en pacientes con trastornos complejos
Aunque el EMDR ha demostrado ser eficaz para muchos pacientes, no siempre es la mejor opción para aquellos con trastornos psicológicos complejos o comorbilidades. Los pacientes con trastornos de personalidad, como el trastorno límite de la personalidad, o aquellos con traumas múltiples y complejos pueden encontrar que el EMDR no aborda adecuadamente todas las dimensiones de su malestar. Estos pacientes suelen necesitar enfoques más integrales y personalizados.
El EMDR, al enfocarse en el procesamiento de traumas específicos, puede no ser suficiente para tratar los patrones profundos de comportamiento y relaciones disfuncionales que a menudo acompañan a estos trastornos. En algunos casos, los pacientes pueden experimentar frustración o desesperanza si el EMDR no produce los resultados esperados, lo que podría empeorar su estado emocional.
Falta de evidencia para ciertos trastornos
A pesar del entusiasmo en torno al EMDR, hay una falta de evidencia sólida que respalde su eficacia para ciertos trastornos. Aunque es ampliamente aceptado como un tratamiento para el TEPT, su efectividad en otros contextos, como en la depresión mayor o el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), sigue siendo objeto de debate. Los pacientes que buscan EMDR para tratar estos trastornos pueden no ver los resultados que esperan y podrían perder tiempo y recursos en un tratamiento que no está alineado con sus necesidades.
La falta de consenso en la comunidad científica sobre la aplicación del EMDR para una amplia gama de condiciones médicas y psicológicas significa que los pacientes pueden ser mal informados o tener expectativas poco realistas sobre lo que la terapia puede lograr. Esta desinformación puede llevar a desilusión o incluso empeorar los síntomas si el tratamiento no cumple con las expectativas iniciales.
Entrenamiento insuficiente de los terapeutas
El éxito de la terapia EMDR depende en gran medida de la capacitación y competencia del terapeuta que la administra. Lamentablemente, no todos los terapeutas que ofrecen EMDR cuentan con la formación adecuada o la experiencia suficiente para manejar las complejidades del tratamiento. La falta de capacitación adecuada puede resultar en una mala ejecución de la terapia, lo que podría amplificar los riesgos para los pacientes.
Un terapeuta mal entrenado podría no reconocer los signos de retraumatización o disociación, lo que pone al paciente en una situación de mayor riesgo. Además, una administración incorrecta del EMDR podría resultar en falsos recuerdos, donde los pacientes, influenciados por el proceso, pueden comenzar a recordar eventos que en realidad no ocurrieron. Estos recuerdos falsos pueden tener implicaciones graves, ya que pueden distorsionar la percepción que el paciente tiene de su vida y sus relaciones.
Es crucial que los terapeutas que practican EMDR reciban una formación exhaustiva y supervisada para minimizar estos peligros. Además, los pacientes deben asegurarse de que su terapeuta tenga las credenciales y la experiencia adecuadas antes de comenzar cualquier tipo de terapia.
Desencadenantes no controlados
Durante el proceso de EMDR, los pacientes pueden ser expuestos a desencadenantes emocionales que no habían anticipado. Estos desencadenantes pueden estar relacionados no solo con el trauma original, sino también con experiencias que el paciente ni siquiera había considerado problemáticas. La intensificación inesperada de las emociones puede resultar abrumadora, especialmente si no se proporciona un espacio seguro y estructurado para procesar estas emociones.
En algunos casos, los pacientes pueden experimentar síntomas psicológicos como ataques de pánico, hipervigilancia o incluso desarrollar nuevas fobias como resultado de la terapia. Si estos desencadenantes no se abordan adecuadamente, el proceso terapéutico puede verse obstaculizado y, en el peor de los casos, llevar al abandono del tratamiento.
Expectativas irreales
Otro peligro del EMDR es que los pacientes pueden tener expectativas irreales sobre lo que la terapia puede lograr. Dado que el EMDR ha sido promocionado en algunos círculos como una «cura rápida» para el trauma, algunos pacientes pueden esperar resultados inmediatos o dramáticos después de solo unas pocas sesiones. Sin embargo, para muchos individuos, el proceso es mucho más lento y puede requerir tiempo para que los efectos positivos se manifiesten.
Cuando las expectativas de los pacientes no se cumplen de manera rápida, pueden sentir frustración o desesperanza, lo que puede agravar su malestar psicológico. Es vital que los terapeutas se tomen el tiempo para educar a los pacientes sobre el proceso, explicando que el EMDR, como cualquier otra terapia, puede requerir tiempo y esfuerzo para ser efectivo.
Contraindicaciones médicas y psicológicas
El EMDR no es adecuado para todos los pacientes. Existen ciertas contraindicaciones que deben ser consideradas antes de comenzar la terapia. Pacientes con condiciones como epilepsia, trastornos psicóticos o aquellos que estén en estado de crisis aguda pueden no ser buenos candidatos para el EMDR, ya que la intensidad emocional de la terapia puede desencadenar crisis físicas o psicológicas graves.
Además, pacientes que toman ciertos medicamentos psiquiátricos, como los antidepresivos o ansiolíticos, pueden ver cómo sus síntomas interfieren con la capacidad del EMDR para ser efectivo. Estos medicamentos pueden influir en la forma en que el cerebro procesa la información, lo que podría reducir la efectividad de la terapia o incluso aumentar los riesgos.
Consideraciones finales
Aunque el EMDR ha demostrado ser una herramienta valiosa para el tratamiento de traumas, es fundamental que tanto los terapeutas como los pacientes aborden la terapia con una visión clara de sus posibles peligros. No todas las personas responden de la misma manera a este tipo de tratamiento, y en algunos casos, los efectos secundarios pueden ser graves. La preparación adecuada, la supervisión profesional competente y un enfoque cuidadoso son esenciales para maximizar los beneficios del EMDR y minimizar los riesgos asociados.