Lo empezaron a degustar ceremoniosamente en las cortes inglesas y francesas durante las coronaciones de los propios reyes y luego se convirtió en toda una bebida distintiva, de clase. Ahora se puede adquirir en tiendas online especializadas y sigue siendo sinónimo de fiesta y celebración. Os contamos lo que hay que saber sobre el champagne francés.
Pocas bebidas más glamourosas que el champagne francés, este que se abre en noches románticas, en los encuentros sociales más chic o para amenizar suculentas comilonas. Originario de la región francesa de Champagne como su propio nombre indica, este vino espumoso cuenta con una denominación de origen altamente controlada.
Aunque los romanos ya lo conocían y lo tomaban, llamándole vinum titillum, el champagne francés se popularizó en el siglo XVII en la corte inglesa y también en la local gracias a que las familias que lo producían supieron promocionarlo. Claro que contaban con un producto de gran calidad y no fue difícil que enamorase a los más selectos paladares.
La efervescencia que se conseguía del embotellamiento del vino en la región francesa es parte de su éxito, pero en un primer lugar los viticultores lo vieron como una amenaza, e incluso llegaron a denominarle vino del diablo. Algunos también le pusieron el mote de vino salta tapones, ya que algunas botellas estallaban al estar almacenadas, lanzando los tapones lejos de donde se encontraban.
No fue sino el mismísimo Luis Pasteur el que determinó el origen de las burbujas tras estudiar la fermentación, en pleno siglo XIX, pero por entonces el champagne francés ya tenía gran renombre en los salones más sofisticados.
El tipo de uva es esencial para la elaboración de espumosos de calidad
La doble fermentación del vino, primero en barrica y más tarde en botella es la base de este champagne francés que al realizarse en tierras de Cataluña toma el nombre de cava, aunque los productores de vinos espumosos se hayan expandido por todo el mundo e incluso los californianos consiguen grandes caldos de este mismo tipo.
Lo que hace que cada champagne sea distinto son los factores meteorológicos, las tierras donde se sitúan las viñas y su elaboración, pero también es fundamental el tipo de uva escogido.
La uva Chardonnay se asocia a los suelos más calcáreos. Se trata de una uva blanca que supone hasta el 26% de la producción del champagne francés y se usa porque es la que admite una mejor evolución al envejecer los vinos, pero también porque es extremadamente fina, de notas florales en su juventud y aporta a los vinos espumosos una mineralidad y elegancia muy propias, así como un nervio y un carácter propio.
El 37% de los suelos cultivados pertenecen a la variedad de uva Pinot noir, una uva negra con pulpa blanca también usada para elaborar los caldos de Borgoña. Esta es una excelente potenciadora de sabores, de modo que se usa mucho en mezclas. Es la más deseada por los viticultores que quieren crear un sabor único y representativo de sus bodegas.
La uva Pinot Meunier también es negra de pulpa blanca, es de evolución rápida y facilita mucho el maridaje. Existen otras variedades válidas para realizar champagne francés como el pinot gris o el pinot juliet pero son casi residuales. Los grandes gourmets y amantes de los vinos están atentos a las producciones elaboradas con uvas distintas, pero estos atienden todas las nuevas incorporaciones tanto como aplauden los caldos clásicos.
El champagne francés es símbolo de distinción y de clase
Un buen champagne frances tanto puede ser tomado en una copa clásica con forma de panza cómo en las de flauta y viene a ser un sinónimo de fiesta y alegría, de modo que no puede faltar en ninguna conmemoración para el recuerdo.
Abrir una botella ya es parte del ritual y hay quien lo hace con un sable. También los hay qué sirven el champagne en fuentes de copas apiladas, pero es mejor dejar el deporte en su ámbito.
Dom Pérignon es un nombre asociado al champagne francés y lo era del monje benedictino que descubrió las burbujas en el vino que antes de tenerlas ya se denominaba del mismo modo, pero también fue quien determinó el método de elaboración tal y como se conoce a día de hoy.
Lo que procura las burbujas, símbolo de distinción y de clase, es el dióxido de carbono que se libera a través de ellas. Esto se logra con la carbonatación a presión o con el embotellado y reposo de los vinos.
Un tratado firmado entre España y Francia en el año 1.883 determinó que no se podía llamar champagne a las producciones que se hacían allende de las fronteras galas y aun a dia de hoy sigue el debate entre si existe o no diferencia entre el cava y el champagne francés. Incluso se han celebrado catas a ciegas entre enólogos profesionales que han advertido que no siempre es fácil determinar el origen de un champagne o de un cava, al menos cuando se trata de caldos de alta gama.
Champagne francés a buen precio en tiendas especializadas
La selección de las uvas para su elaboración son las que marcan la diferencia entre un tipo y otro de vino espumoso y estas dan un carácter muy personal a cada vino. De hecho cada variedad de uva cumple con una denominación de origen, pero también existen los viticultores a los que les gustan los inventos y disfrutan realizando extraños maridajes.
Los franceses, que cuentan con un tiempo más frío, obtienen uvas mucho más ácidas y por ello, para realizar el champagne suelen incorporar azúcar o licor de expedición, lo que en el Mediterráneo se obtiene de forma natural, pero el método champenoise es el mismo en uno y otro lugar.
Un buen champagne francés siempre será más económico si se adquiere en bodegas especializadas que hacen descripciones de sus productos y llegan tanto a las pequeñas producciones como a las más grandes.
Hay que tener en cuenta que los franceses usan en sus champagnes, generalmente, la combinación de uvas Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay, mientras que en el cava la combinación predominante es Macabeo, Xarel·lo y Parellada. Está claro que con uvas diferentes el sabor cambia mucho. Otra cosa es que te guste uno u otro…