La diabetes mellitus tipo 2, también conocido como diabetes tipo 2, es una enfermedad crónica que se produce cuando el cuerpo no produce o no utiliza de manera correcta la insulina que existe en nuestro cuerpo. Históricamente, este tipo de diabetes siempre ha estado muy relacionada con el público adulto. No obstante, desde hace algunos años cada vez es más frecuentes en niños y en adolescentes, como consecuencia de las malas pautas interiorizadas que existen en la sociedad con respecto a la alimentación.
En la mayoría de los casos, este tipo de diabetes se identifica com consecuencia de unos niveles elevados de glucosa en la sangre. A nivel cardiovascular, nos encontramos ante uno de los principales factores de riesgo. Si no se mantiene controlada, es posible que desencadene en complicaciones como los ictus o los infartos de miocardio, entre muchos otros.
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¿Qué diferencia existe con respecto a la diabetes tipo?
Es importante entender las diferencias entre la diabetes tipo y la diabetes tipo 2 con el objetivo de establecer un tratamiento adecuado. Al contrario de lo que ocurre con la diabetes tipo, en la diabetes tipo 2 nos encontramos con que el cuerpo sí que produce insulina. No obstante, no produce la cantidad que necesitamos para que nuestro cuerpo funciona de manera correcta.
La segunda de las diferencias está muy relacionada con el origen de la misma. En la mayoría de los casos, la diabetes tipo 2 puede prevenirse se si mantienen unos hábitos de vida saludables, especialmente lo que hace referencia a la alimentación y su combinación con la antividad física. No obstante, en cualquier caso, conviene saber que no existe cura para ella.
En la mayoría de los pacientes, los síntomas que se derivan de esta enfermedad están relacionados con el aumento de la sensación de tener sed, una fatiga más pronunciada que de lo habitual y una propensión a sufrir infecciones.
¿Cómo se diagnostica?
Los profesionales de la salud que se encargan de su identificación, diagnóstico y tratamiento es el endocrino. No obstante, es habitual que su tratamiento y seguimiento se realice en combinación con otros profesionales de la medicina, con el fin de poder minimizar sus efectos, como es el caso de los médicos de atención primaria y, en algunos casos, con nutricionistas que ayuden a interiorizar unos hábitos alimenticios.
En caso de notar síntomas como los descritos anteriormente, es aconsejable acudir al médico de atención primaria, con el objetivo de que pueda derivar cada caso al especialista.